ANNA PLAYLIST

lunes, 26 de noviembre de 2012

Cap. 19 Aloha!


A Charlie no le hizo ni pizca de gracia lo del viaje. Cuando fuimos a despedirnos aquella tarde, se quejó varias veces acerca de que Jacob se creía el único con derecho a pasar tiempo conmigo.
¡Vamos, Charlie! -le dijo él-. Sólo van a ser cinco o seis días. Luego puede quedarse en Forks un poco más antes de volverse a Alaska.
Aunque no pareció convencerle del todo, al menos sirvió para que dejase de refunfuñar.
Mis padres, por el contrario, parecían encantados con la idea. No dijeron nada al respecto, pero podía apostar cualquier cosa a que lo que más les gustaba del viaje era que iba a estar lejos de Forks y, por tanto, de mi pesadilla.




Eran poco más de las tres del mediodía cuando nuestro avión aterrizó en el aeropuerto de Hito.
Rebecca y Solomon nos recibieron alborotados y nos colocaron los típicos collares de flores.
Aloha, Renesmee! ¡Bienvenida a Hawai! -me dijo Rebecca abrazándome-. Me alegra mucho conocerte, ipo I . Jake no exageró ni un ápice cuando nos habló de tu belleza.
Gracias, yo también me alegro de conocerte.
Lo cierto es que el parecido entre Rebecca y Rachel era tan asombroso que me daba la sensación de que ya nos conocíamos. Solomon era alto y musculoso, con la piel morena y el pelo negro, largo y rizado, recogido en una coleta baja. Ambos vestían con ropa veraniega. Nada que ver con la que llevábamos Jake y yo. A pesar de haberme dicho que eh Hawai siempre era verano, estaba claro que no se refería al mismo verano que yo conocía de Forks o Alaska. Así que, en pocos segundos, estábamos empapados en sudor.
Creo que vais a tener que ir de compras -bromeó Solomon cuando Jacob se quitó la camiseta para mitigar el calor.
Le miré con envidia y él me sonrió. Me acarició la mejilla, pero procuró mantenerse alejado de mí, gesto que agradecí sinceramente. Ya tenía bastante con la temperatura de mi cuerpo y la exterior, como para encima tener que lidiar con el sofocante calor que me asediaba cuando le tenía demasiado cerca.
El camino hasta su casa fue una sucesión de paisajes de ensueño y plantaciones de caña. Todo eso acompañado por el intenso brillo que producía el sol al reflejarse en el océano, de un intenso color turquesa. Más que una ciudad, Hilo era un pueblo costero mucho más grande de lo normal, pero no se aproximaba ni un ápice a la imagen que yo había pintado en mi mente cuando me imaginé cómo sería la capital de Hawai.
Las humildes casitas, todas pintadas de colores claros, contrastaban con la magnificencia de los numerosos hoteles. La diferencia entre ambas construcciones era realmente llamativa
La casa de Rebecca era igual de modesta que todas las que habíamos visto por el camino. Tenía las paredes blancas y la puerta y las ventanas de color crema. El pequeño jardín estaba rebosante de infinidad de flores de varios colores y de plantas que nunca antes había visto. Pero lo mejor era que justo detrás de la casa, como a unos cien metros, estaba la playa.
Supongo que estaréis muertos de hambre -aventuró mi cuñada con una enorme sonrisa que parecía calcada de la cara de su hermano-. No estábamos seguros de si os gustaría la comida hawaiana, así que hemos tirado de la cocina tradicional americana. Hay hamburguesas y patatas fritas en abundancia.
¡Y perritos calientes! -añadió Solomon palmeándose el estómago.
¡Qué pena! -se quejó Jacob de broma haciendo un exagerado mohín-. Y yo que pensé que por fin iba a probar algo de por aquí como el tiburón a la brasa o un revuelto de cachalote…
Jacob, lolo II.! -le espetó ella dándole un manotazo en el hombro-. Ni siquiera hay cachalotes por aquí.
Su marido le rodeó la cintura y entraron juntos. Yo iba a seguirles, pero Jake me detuvo sujetándome por las caderas y girándome hasta que estuve de frente a él.
¿Cuánto hace que no… te alimentas?
Me comí un par de chocolatinas justo antes de embarcar.
No me refería a ese tipo de alimento.
Acarició la parte inferior de mis ojos y alzó una ceja.
Puedo vivir perfectamente sin… -miré a todas partes esperando que no hubiese nadie y añadí bajando la voz hasta convertirla en un murmullo-. sangre.
¿Seguro? Esas ojeras no tienen muy buena pinta.
La quemazón de la garganta, provocada por la sed, no tardó en aparecer. ¡Maldita sea! ¿Por qué había tenido que recordármelo? Carraspeé y fingí una total indiferencia.
Seguro. Además, no creo que haya mucho con lo que alimentarme por aquí -recorrí los alrededores con la vista y volví a mirarle a él mientras me encogía de hombros-. Me conformaré con las hamburguesas.
Le besé y le cogí de la mano para entrar en la casa.
La salida de compras de esa tarde fue inevitable. Los dos necesitábamos ropa más ligera de forma casi urgente. Y, ya puestos, yo también necesitaba un bikini, que estrené en cuanto dejamos el resto de cosas en casa.
Nos pasamos toda la tarde en la playa, bañándonos, paseando, tomando el sol…
Eres increíble -comentó mientras acariciaba suavemente mi brazo. Mi piel lanzaba tenues destellos bajo la luz del sol. Eran casi imperceptibles para el ojo humano, pero no para los suyos, que me observaban maravillados. De pronto, empezó a reírse a carcajadas-. ¡Pobre Quil!
¿Quil? -me extrañé-. ¿Por qué te has acordado de él ahora?
Por esto.
Estábamos recostados sobre una enorme toalla. Él se incorporó para poder inclinarse sobre mí y besarme de forma frenética. Pestañeé varias veces tratando, primero de recuperar el control y, segundo, de comprender a qué se refería.
No te sigo -comenté sin aliento.
Verás, Quil anda algo mosqueado conmigo últimamente -arrugué el entrecejo. Me costaba creer que Quil pudiese estar enfadado con alguien, mucho menos con su mejor amigo-. Bueno, en realidad no es conmigo exactamente. Lo que le molesta es que nosotros podamos estar… así -repasó mi cintura con el dorso de su mano para acentuar sus palabras-, mientras que él tiene que esperar varios años aún -seguía sin comprender del todo y él debió notarlo por mi expresión, así que continuó hablando-. En teoría, Claire es tres años mayor que tú y, sin embargo, él no puede ni pensar en ella del mismo modo en el que yo pienso en ti.
Por fin conseguí entenderle. ¡Pobre Quil! No vería el momento en el que pudiese estar con Claire como lo estábamos Jake y yo. Y aún le quedaban, como mínimo, otros cinco o seis años.
Debe de ser un fastidio para él.
Lo es desde que tú… cambiaste. De todos modos, tampoco es tan terrible. A él le encanta estar con Claire, le da igual de qué forma. A mí mismo me encantaba estar contigo cuando eras pequeña. Obviamente no tenía el mismo significado que ahora. Siempre fuiste el centro de mi universo, lo que me hacía seguir con los pies pegados a la Tierra. Ahora le das sentido a mi mundo de la misma forma pero, a la vez, de un modo completamente diferente.
Como si del capricho de una niña pequeña se tratase, le arrebaté las gafas de sol. No me gustaba que tuviera los ojos ocultos. Él engarzó su boca en la mía y tuve que detenerle, una vez más sin aliento, antes de que montásemos un escándalo público.
Los días siguientes fueron iguales. Sol, playa y arrumacos. Era verdaderamente como estar en el paraíso. Todos mis temores se habían esfumado dando paso a una agradable sensación de paz y bienestar.
Pero pedir que aquello durase, era mucho pedir.
Al quinto día de estar allí, salí con Rebecca a comprar comida y estuvimos visitando un par de lugares típicos. Volvimos muy pasado el mediodía.
Cuando entramos en casa, Jacob estaba sentado en el salón. Tenía el rostro pálido y los ojos brillantes, casi ocultos bajo las cejas. Parecía como si hubiese estado llorando. Me senté en sus rodillas y le acaricié el pelo, insistiéndole para que me contase qué le ocurría. Pero fui incapaz de arrancarle palabra alguna hasta que finalmente me apartó, se puso en pie y salió diciendo que necesitaba estar sólo.
No regresó hasta bien entrada la madrugada. Yo llevaba varias horas acostada, aunque seguía completamente despierta a causa de la preocupación.
Sus besos apremiantes y la rapidez con la que el color rojo comenzó a invadirlo todo, haciéndome perder el control, me impidieron volver a preguntarle qué había pasado.


I. <<Cariño>> en lengua hawaina (N. de la A.)
II. <<Tonto>> en lengua hawaiana. (N. del A.)

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