Aro
volvió a solicitar mi presencia al día siguiente. Akamu me acompañó
intentando tranquilizarme y repitiéndome una y otra vez, al igual
que había estado haciendo Jasper durante toda la noche, que todo iba
a salir bien. Yo no lo tenía tan claro. No sabía cómo funcionaba
exactamente el don de Aro, si lo veía todo con el más leve contacto
o si necesitaba algo más de tiempo para poder adentrarse en cada
recuerdo y pensamiento. Si la opción correcta era la primera, todo
se vendría abajo y Marco podría acabar peor que mal.
Cuando
llegamos frente a la puerta temblaba como un flan. Akamu acarició mi
mejilla y entró para anunciar mi llegada. Salió pocos segundos
después evitando mi mirada e invitándome a entrar mientras cerraba
la puerta quedándose fuera. Aro me sonrió ampliamente desde su
asiento. Chelsea se encontraba en el mismo lugar del día anterior.
Parecía como si no se hubiese movido aún de ahí.
—Hola
de nuevo, mi querida pequeña. ¿Has pasado una noche apacible?
-asentí con los ojos fijos en los suyos y haciendo un amago de
sonrisa cómplice. Debía de comportarme como si siguiese pensando
que sólo él me hablaba con sinceridad. El Vulturi se levantó y yo
centré todos y cada uno de mis pensamientos en la imagen del chico
asesinado por si se decidía a poner un dedo sobre mí- Me alegra
saberlo. Es bueno que estés descansada, nos espera una
conversación... digamos complicada.
—Estoy
lista para hablar de lo que sea -contesté con la mayor tranquilidad.
Caminó
hacia mi posición y colocó su mano sobre mi hombro. Me estremecí.
Ahora era el momento de comprobar si mi plan funcionaría o no. Por
suerte, Aro apartó la mano rápidamente y parpadeó varias veces. Me
dio la espalda.
—No
dejes que el presente se confunda con tus recuerdos, querida
-murmuró-. Y menos cuando sabes que la mayoría de esos recuerdos no
son fieles a la realidad.
Sutilmente
lanzó una breve mirada a Chelsea. No se si fue sugestión, pero lo
sentí realmente. Enseguida comencé a notar cómo su don se
apoderaba de mí. Otra vez la sensación de ira y desprecio contra
todos aquellos a quienes amaba... Contra casi todos... Esta vez era
más fuerte aun. Pensé en Cedric y en si iba a costarle mucho
deshacerse del efecto esta vez, pero desheché ese pensamiento
rápidamente, pues Aro volvió a acercarse a mi lado. Luché por que
la cara contraída del joven volviese a ocupar cada rincón de mi
mente cuando la mano acerada del vampiro se posó en mi mejilla, una
vez más, durante un segundo escaso. Suspiró y se encaminó de nuevo
hacia su asiento, sentándose y observándome con detenimiento.
—Bien,
como te dije, aún tenemos cosas de las que hablar. Después de
abrirte los ojos en cuanto a esos amigos llicántropos
vuestros, o espero haberlo hecho -asentí sin dejar de mirarle-...
Bien, bien. Hoy debemos afrontar un nuevo tema. Verás, pequeña, tu
madre, hermosa, inteligente y con un don de lo más interesante,
lleva poco tiempo formando parte de nuestro mundo, por lo que aún
resulta un tanto inexperta en cuanto a nuestras costumbres. Pero no
podemos excusarla, pues tu padre y el resto de su familia deberían
haberla instruido al menos en aspectos tan básicos como el de
mantener nuestra naturaleza en secreto.
—Lo
sé, lo dijiste ayer y creo que tienes toda la razón. Es una ley y
ella la ha quebrantado -mi voz sonó firme y segura-. Así que debe
pagar por ello.
—Eres
ciertamente admirable, querida niña. Me sorprende tu entereza y tu
interés por la justicia. Venir a formar parte de mi... clan ha sido
una decisión de la que no te arrepentirás. -sonreí con fingido
orgullo-. Y ahora sigamos con lo que es importante. Verás anoche me
reuní con mis hermanos y hemos tomado una decisión con respecto a
todo este asunto. Se supone que aún es un secreto, pero creo que a
tí puedo confiártelo -me sonrió complacido y se levantó
majestuosamente-. Dentro de dos días nos reuniremos en Forks con tu
familia -me estremecí, pero mi semblante continuó impasible-. Ha
llegado la hora de dejarles las cosas claras. Llevamos años...
siglos intentando que entren en razón. Ésta será su última
oportunidad. Por supuesto iremos con nuestras mejores intenciones,
pero imagino que algunas de nuestras decisiones no serán del todo
comprensibles para ellos, por lo que es probable que tengas que
ayudarnos a hacerles entrar en razón.
—Estoy
a vuestra entera disposición -me oí decir-. Cualquier cosa que me
pidáis la haré si es por el bien de vuestra especie.
—Querrás
decir nuestra especie. Pues no eres tan diferente a nosotros.
Será un honor tenerte entre los míos, pequeña Renesmee. Viendo que
estás tan de acuerdo con nuestros planes, te relataré
detalladamente lo que nos dispondremos a hacer.
<<Mis
hermanos, yo y el resto de mi guardia saldremos de aquí a primera
hora del día. Jasper nos acompañará. Llegaremos a Forks para
encontrarnos con tu familia a eso del mediodía. El punto de
encuentro será el de siempre. Tú, en cambio, harás el viaje en
avión acompañada por Akamu. No sé si estás capacitada para viajar
a nuestro modo durante un recorrido tan largo -asentí una vez más.
Sentía la necesidad de obedecerle, como si sus palabras fuesen la
más sagrada de las verdades-. Una vez en Forks, Akamu y tú
permaneceréis a la espera de mi señal para venir a nuestro
encuentro.
<<Tú
misión es, simplemente, convencer a tu familia de que ha obrado mal
y que debe asumir las consecuencias de sus actos. Eso y...
prevenirles de que usar cualquiera de sus dones puede acarrear
consecuencias aún peores.
—¿Consecuencias?
Aro, ellos sentirán la necesidad de defenderse. Será muy
complicado, casi imposible, evitar que usen sus dones.
—Por
eso nadie como tú para hacerles entrar en razón -asentí con
sumisión una vez más-. ¿Tienes alguna pregunta que hacerme? ¿Algo
que necesites saber o algo que creas necesario hacerme saber?
—No,
yo solo... Bueno, es probable que, como la decisión está tomada,
Alice ya les haya puesto al corriente de todo. Carlisle volverá a
reunir a todos sus conocidos, como ya hizo la vez anterior...
—¿Y
cual es el problema, mi querida niña?
—Que
creo que vosotros también deberíais de buscar aliados. Si acudís
sólo con vuestra guardia, os superarán en número. Sus dones son
impresionantes y en caso de... enfrentamiento -volví a
estremecerme-... Me temo que no tendríais nada que hacer contra
ellos.
—No
temas, querida. Evitaremos por todos los medios llegar a esos
extremos tan desagradables. Pero en cuanto a los dones... Me
gustaría, si puede ser posible, que me contases qué tipo de dones
poseen los acompañantes de mis amigos los Cullen.
Sorprendente,
me vi relatándole con todo lujo de detalles los poderes de todos y
cada uno de los vampiros con los que iban a volver a encontrarse.
Previniéndole de lo que podría pasar si tenían que enfrentarse
contra un número tan elevado de seres dotados con tan
extraordinarias capacidades.
—Por
eso precisamente os aviso de que deberíais de buscar más apoyos.
—No
sabes cuánto agradezco tu ayuda. Prometo pensármelo pero, como ya
te he dicho, espero no tener que llegar tan lejos. Y ahora, si no
tienes nada más que añadir, puedes retirarte y descansar. La
próxima vez que nos veamos las caras, será en tu pueblecito natal.
Espero me seas de gran ayuda.
Incliné
la cabeza y él hizo un ademán con el brazo mientras volvía a
sentarse. Pero antes de que su espalda hubiese tocado el respaldo, yo
ya me encontraba fuera de allí.
En
mi habitación me esperaban con impaciencia. Como era de esperar, el
don de Chelsea me hizo desconfiar de ellos y negarme a contarles
nada. Me debatía entre el terror que sentía por lo que podría
llegar a ocurrir y la necesidad recién adquirida de serle leal a
Aro. Cedric se acercó a mí y me tendió sus manos con una tímida
sonrisa.
—Jasper,
si quieres, puedes salir fuera -comentó Marco-. Me temo que hoy va a
ser aún más duro para tí que ayer. Chelsea ha hecho un trabajo
impecable. Apenas percibo sus anteriores lazos emocionales... A
excepción de uno, por supuesto.
—¿Te
importa si me voy?
—Puedes
hacer lo que te de la gana -contesté fríamente-.
—De
acuerdo, Avisadme cuando hayáis terminado.
Salió
sin dejar de mirarme y cerró. Cedric avanzó un poco más hacia mí
sin bajar las manos. Le di la espalda y me dispuse a salir al balcón,
pero Marco me detuvo.
—No
ganas nada huyendo, Renesmee. Sabes que lo que sientes no es real,
así que dale las manos a Cedric y deshazte de esos sentimientos que
no te pertenecen.
Fruncí
el ceño, pero obedecí. Y de nuevo volví a sentir el calor, el
dolor de cabeza y la montaña rusa de sentimientos que me dejó
exhausta y aturdida, pero con la agradable sensación de saber que
era yo y sólo yo quien manejaba mis sentimientos.
—Gracias
Cedric -le dije cuando éste me ayudó a sentarme en la cama-. Espero
no tener que volver a pasar por ésto nunca más.
—No
tienes por qué agradecerme nada. Siempre es un placer ayudar a los
amigos.
Intercambiamos
sendas sonrisas. Jamás pensé que pudiese encontrarme con gente tan
pura en un lugar como Volterra.
—¿Y
bien? -preguntó Jasper nada más entrar-. ¿Funcionó? ¿Pudiste
evitar que...?
—Creo
que sí. Imagino que de haber notado algo se le habría reflejado en
su forma de actuar. Y no he notado nada en absoluto. Intentó
acercarse a mí dos veces y nunca mantuvo contacto conmigo más de
medio segundo.
Les
conté todo lo que habíamos estado hablando. Ahora que mis
sentimientos volvían a ser cosa mía, el hecho de saber el peligro
que corría mi familia me aterraba hasta tal punto que me impedía
pensar y hablar con claridad.
—Siento
no haber dicho nada antes -se disculpó Marco-. Pero no quería
meterte más cosas en la cabeza. Tenías que estar centrada en evitar
que te leyese la mente y saber eso sólo te habría complicado aún
más las cosas. De todos modos, sabía que Aro te lo acabaría
contando todo. Al fin y al cabo, eres la pieza fundamental de su
plan.
—¿Hay
alguna forma posible de que Aro me permita viajar con ella? No quiero
separarme de su lado.
—Lo
siento mucho Jasper, pero me temo que no. Aro tiene muy clara su
táctica. Aunque sospecho que no nos lo explicó todo con claridad.
Apuesto que guarda uno de sus sucios trucos en la manga. Tenía la
esperanza de que confiase lo suficiente en Renesmee como para
contárselo todo, pero me equivoqué.
—Cuidaré
de ella -Akamu se acercó a él, que no dejaba de mirarme-. No le
pasará nada. Te lo prometo.
—Akamu...
¿Tu don no te permite ver qué va a ocurrir? -pregunté con
nerviosismo.
—Mi
don me permite ver el futuro siempre y cuando sea algo que me influya
a mí. Al tener que viajar contigo, no sé qué ocurrirá en la otra
parte hasta que lleguemos nosotros. Y después de eso, por ahora, no
logro ver nada más.
—Es
extraño -Marco se paseaba pensativo por el cuarto-. ¿Cómo es
posible que no veas nada? Estás absolutamente envuelto en ésto.
Aunque no veas lo que va a ocurrir mientras no estés con nosotros,
deberías saber lo que pasará después, ¿no?
—En
teoría sí. Supongo que conforme vayamos acercándonos a ese
momento, iré viendo más cosas. Pero por ahora, no veo más allá
del momento en que nos acerquemos a los límites de Forks. Por
cierto, Marco, ¿Crees que es seguro que Cedric viaje con nosotros?
El
chico abrió los ojos de forma desmesurada.
—Seguro
y probablemente necesario. Su don puede venirnos bastante bien en
caso de urgencia. Como ya os he dicho, me temo que Aro no nos ha
contado la totalidad de sus planes.
Me
acerqué a Jasper y le tomé de las manos.
—Alice
ya debe de estar al tanto de todo. Seguro que ellos también estarán
ahora haciendo ahora sus planes. Todo va a salir bien. Como la
última vez. El escudo de mi madre es infranqueable para cualquiera
de sus dones. Lo único que tengo que hacer es engañar a Aro,
hacerle creer que no lo está usando.
—Nunca
la había sentido tan fuerte y con tanta valentía como aquel día
-contestó con una sonrisa melancólica-. Fue sorprendente. Casi
puedo decir que ella era quien nos estaba alentando a todos los
demás...
—Su
unión con Edward y Renesmee, así como su gran amistad con el lobo
me sorprendieron sobremanera -comentó Marco-. Han sido los lazos más
fuertes que jamás me haya encontrado. Habría sido prácticamente
imposible romperlos en caso de haber tenido que hacerlo.
Su
recuerdo hizo que mis ojos se inundasen en lágrimas. La echaba tanto
de menos... Jasper me abrazó con fuerza.
—¿Por
qué no descansas un rato?
—Preferiría,
si es posible, salir a cazar y darme una ducha.
—Akamu
os acompañará. Yo llevaré a Cedric a su escondite e iré a ver si
soy capaz de sonsacarle algo más a Aro.
Volvimos
a internarnos en el pasadizo subterráneo que conducía hasta la
iglesia y una vez que salimos al exterior y percibí el olor de de
una pequeña manada de gamos y el latido de sus corazones, perdí el
control y me dejé llevar por mis instintos. Acabé con dos de ellos
en cuestión de pocos minutos y cuando iba a volver de regreso, me
topé con otro que andaba desorientado y no pude evitar cazarlo y
hundir mis colmillos en su cálido cuello. El camino de regreso lo
hice medio a rastras. Estaba llena hasta los topes. Maldije no poder
convertirme en un murciélago y poder salir volando. ¿Es que las
cosas realmente necesarias tenían que ser sólo mitos?
De
lo que no me privé esa vez fue de darle uso al jacuzzi. Lo conecté
y cuando la temperatura estuvo al nivel óptimo, me introduje en él
y perdí la noción del tiempo.
Regresé
a mi habitación casi dos horas después para encontrarme con que
había alguien allí con quien no contaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario