Lo
último que me apetecía en ese momento era hablar, así que al
entrar en la habitación me encaminé hacia mi maleta en busca de mi
reproductor. Pero cuál fue mi sorpresa al descubrir que tanto eso,
como mi teléfono móvil habían desaparecido. Esa era la gota que
colmaba el vaso. Me levanté como una exhalación para encararme con
Akamu.
—¿Dónde
están mis cosas? -casi le grité-. ¡Dámelas ahora mismo!
—Renesmee,
yo no...
—Sí,
tú sí. Tú debes de ser quien trajo mi maleta hasta aquí y, por lo
tanto, sólo tú has podido ser el que se ha llevado mis cosas.
—No
fui yo quien trajo tu maleta. Recuerda que yo estuve a tu lado en
todo momento y...
—¿¡Entonces
quién ha sido!? ¿¡O es que me tomáis por una imbécil!?
—¡Renesmee,
tranquilízate!
—¡Yo
estoy muy...! -un repentino sopor me hizo tambalearme. Jasper me
cogió en brazos y me tendió en a cama. Apenas tenía fuerzas para
mantener los ojos abiertos-. Jasper, no tengo... No tengo sueño.
Pero
sí que lo tenía, y sabía de dónde procedía aquella repentina
sensación, aunque nunca antes la había sentido de forma tan
descomunal. Pasaron pocos segundos hasta que decidí rendirme y
dejarme arrastrar hacia las profundidades de la inconsciencia.
Aún
era de noche cuando me desperté. No había ni rastro de Jasper o
Akamu. Fui hacia el balcón con la esperanza de poder estar a solas
durante al menos cinco minutos. Las palabras de de Aro resonaban con
fuerza en mi cabeza. ¿Cómo es que mi padre no se había dado cuenta
de todo esto? ¿O es que había algo más detrás de este asunto y
Aro no lo sabía? Lo que sí tenía claro es que no pensaba perdonar
a mi madre si algo llegaba a ocurrirle a los abuelos Charlie y René
por su culpa. Había sido una estúpida por desobedecer las normas de
forma tan arriesgada. Me crucé de brazos sobre la barandilla y me
sorprendí alegrándome por haber decidido alejarme de unos seres tan
estúpidos. Sacudí la cabeza para deshacer la maraña de
pensamientos y traté desesperadamente de dejar la mente en blanco
mientras sentía como la niebla iba mojando mi cara. Habría dado
cualquier cosa , lo que fuese, por poder sacar de mí los recuerdos
que me asediaban y poder cerrar así la herida que seguía sangrando
en mi interior.
Cerré
los ojos con fuerza, y tomé una enorme bocanada de aire y apreté
los puños. "¡Ya está bien! -me dije a mí
misma-. ¡Se acabó! Sé que he dicho ésto miles de veces,
pero no puedo seguir así. Ya no. Ha llegado el momento de separar de
una vez la razón del corazón. No gano nada arrepintiéndome por
cada una de las cosas que dije o hice en el pasado. Voy a demostrar
que soy fuerte y que sé sobreponerme a..."
—¿Renesmee?
Se
acabaron mis cinco minutos de soledad. Entré de nuevo en el cuarto
para encontrarme con quienes se habían convertido en una especie de
guardia personal: Jasper, Akamu y Marco.
—¿Podemos
hablar un momento contigo?
Miré
a Japer y me encogí de hombros.
—¿Serviría
de algo que dijese que no?
Andé
cansinamente y me senté en la cama. Marco se sentó a mi lado y
colocó su mano en mi hombro.
—Renesmee,
¿qué te dijo Aro ayer?
—No
sé qué importancia puede tener eso para vosotros.
—La
tiene -contestó Jasper, quien parecía sumamente preocupado-. Ness,
por favor, dinos qué fue lo que te dijo.
—Aro
me ha abierto los ojos. Me ha hecho ver lo equivocados que hemos
estado durante todo este tiempo y lo estúpidos que hemos sido...
sobre todo yo -añadí a media voz.
—No,
cielo -Marco me acarició el pelo y bajó su mano hasta mi barbilla
sujetándola y girando mi cara hasta que mis ojos estuvieron fijos en
los suyos-. Lo único que ha hecho Aro ha sido soltarte una enorme
sarta de mentiras.
Me
levanté y miré a los tres de forma desafiante.
—¡De
eso nada! Aro ha sido la única persona que, por primera vez en mi
vida, no me ha tratado como si fuese una cría de ocho años. Sólo
él ha sido capaz de tratarme de acuerdo a mi verdadera edad y de
decirme las cosas a las claras y sin rodeos. Y absolutamente todas y
cada una de sus palabras eran ciertas. No sé cómo demonios no me he
dado cuenta antes de cómo nos estaban utilizando esas asquerosas
bestias -Jasper dejó escapar una exhalación de incredulidad y
frunció el ceño. Yo le miré-. No sé cómo no os dísteis cuenta
vosotros.
—Akamu,
¿sabes si había alguien más con ellos en aquella sala?
Marco
había vuelto a adoptar su pensativo aire habitual.
—En
principio no, pero Aro me pidió que... -sus ojos se abrieron
desmesuradamente-. ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
Aro me pidió que fuese a buscar a Chelsea.
—Sabía
que esto era cosa suya... Ahora mismo vuelvo.
Marco
se levantó y salió a toda velocidad. ¿Quién era Chelsea? ¿Y a
qué venía todo eso ahora?
—Ness,
escúchame -Jasper intentó acercarse a mí, que alcé una mano para
detenerle-. Escúchame, por favor. Jac... Los licántropos nunca han
intentado hacer nada en nuestra contra. Tú lo sabes mejor que nadie.
Bufé
y me limité a guardar silencio.
—Déjalo,
Jasper. Es inútil -Akamu tenía la vista fija en la puerta y se
acariciaba las sienes sin dejar de pasearse de un lado a otro
Pocos
minutos después, Marco regresó acompañado por un chico de unos
veinte años, alto, desgarbado y rubio y con una intensa mirada del
color del ámbar líquido.
—Este
es Cedric -anunció Marco-. Fue una especie de... regalo de
Eleazar.
—¿Regalo?
-inquirió Akamu.
—Eleazar,
como ya sabes, pasó una larga temporada con nosotros. El tiene el
don de detectar a vampiros dotados y de comprobar qué tipo de poder
poseen y de qué fuerza. Sabía lo cansado que estaba de que Corin
intentase alegrarme la vida -se fijó en la incomprensión que
había pintada en mi cara, así que me explicó:- Mi esposa fue
asesinada. Nunca supe a manos de quien. Aro lleva mucho tiempo
intentando levantarme el ánimo mediante el don de Corin, que
consiste en hacer que cualquiera se sienta contento con su estado.
Gracias
a esa confesión, pude comprender el por qué de su actitud pasiva.
Tragué saliva y evité su mirada.
—Así
que éste es el desconocido de mis visiones -murmuró Akamu
observando al recién llegado con la cabeza levemente ladeada-. ¿Cómo
es que nunca le había visto entre nosotros?
—He
puesto el máximo cuidado en tratar que nadie supiese de su
existencia, sobre todo Aro y Cayo -me fijé en que Marco era el único
de los tres Vulturis que no hablaba de los otros dos como "sus
hermanos"-. Y ya llevo varias décadas de
éxito. No veo manera de traerle sangre humana sin ser descubierto.
Me acordé de Carlisle y decidí que lo mejor sería que se
alimentase de los ciervos y muflones de los bosques cercanos, de ahí
su mirada dorada. Conforme le vayáis conociendo, os daréis cuenta de
que es un ser maravilloso, siempre dispuesto a ayudar -el joven le
sonrió e inclinó la cabeza con displicencia.
—¿Y
en qué consiste su don? -preguntó Jasper.
—¿Por
qué no se lo explicas tú, Cedric?
—Sin
problemas -contestó el chico con una voz increíblemente sedosa y
musical-. Mi don consiste en detectar si un vampiro se encuentra bajo
la influencia de algún otro poder, así como en la capacidad de
incrementar o eliminar dicha influencia.
Akamu
y Jasper parecían fascinados. Yo estaba simplemente confundida. No
entendía qué pintaba ese chico allí. Ningún vampiro me había
hecho nada.
—Cedric
lleva años librándome de la tediosa sensación de falsa felicidad
que Corin trata de imponerme. Y ahora nos dirá si, tal como
sospecho, Renesmee se encuentra manipulada por Chelsea. Cuando
quieras, Cedric.
El
joven me miró durante unos segundos con aparente concentración y
volvió a girar sus ojos hacia Marco.
—Nunca
había visto algo semejante -le dijo-. Está totalmente bajo su
influencia. ¿Quieres que...?
—No,
espera un momento. Creo que primero deberíamos darle algunas
explicaciones. Me temo que no está comprendiendo mucho de lo que
estamos hablando -le miré con el ceño fruncido. Estaba algo liada,
eso era verdad, pero también estaba enfadada... Muy enfadada. ¿Acaso
se pensaban que no me habría dado cuenta de algo así?-. Renesmee,
sé que ahora mismo no me creerás, pensarás que todo lo que voy a
decirte es mentira, pero todos esos pensamientos y sentimientos que
ahora te embargan, son fruto del poder que Chelsea está ejerciendo
sobre tí -moví la cabeza con resignación, pero no dije una sola
palabra-. Verás, Chelsea puede influir en los vínculos emocionales,
ya sea reforzándolos o disolviéndolos. Es por eso que ahora sientes
tanto odio hacia tus familiares y amigos, así como también sientes
un nuevo e inusitado respeto hacia Aro.
—¿Esto
es lo mejor que se os ha ocurrido? Pues espero que no os creáis que
esta patraña va a funcionar. Mis sentimientos no han sido
manipulados por nadie.
—¿Eso
crees? Muy bien. Déjame que te demuestre lo equivocada que estás
-Marco avanzó un par de pasos hacia mí y me miró con avidez-. El
don de Chelsea es capaz de manipular cualquier tipo de lazo afectivo,
excepto aquel que une a una pareja... Y ahora dime, ¿han cambiado lo
más mínimo tus sentimientos hacia Jacob?
Su
nombre hizo que mi corazón se detuviese durante una fracción de
segundo. Llevaba mucho tiempo sin oirlo y, sobre todo, sin
pronunciarlo, aunque no había estado fuera de mi cabeza en ningún
momento. Si bien es cierto que tras la charla de Aro sentía cierto
desprecio hacia todos mis allegados, ya fuese porque me sentía
utilizada o porque les culpase de lo ocurrido, algo dentro de mí
había estado buscando incansablemente una excusa que le exculpase a
él de todo, algo que me dijese que lo que había sentido por
mí había sido tan intenso y tan real como lo que yo había
sentido... Y, muy a mi pesar, sentía. Volví a mirar a Marco con la
respiración entrecortada e intentando mantener la compostura y no
echarme a llorar, lo cual hacía que me escociesen los ojos
sobremanera. Jasper se acercó a mi lado y trató de cogerme la mano.
Pero yo me alejé para impedírselo. No necesitaba que nadie se
apiadase de mí.
Marco
le pidió por gestos a Cedric que se acercase.
—Jasper,
es de suma importancia que evites usar tu don sobre Renesmee ahora, o
lo que Cedric va a hacer no serviría de nada. Sé que te resultará
difícil, y te diría que puedes irte si quieres, y así evitarte el
mal trago, pero también sé que no querrás hacerlo. Debes dejar que
sus sentimientos fluyan de manera normal. Renesmee, deja que Cedric
se acerque a tí. Cuando él termine, podrás comprobar si tenías
razón o, por el contrario, la teníamos nosotros.
El
chico avanzó lentamente hacia mí, que temblaba de la cabeza a los
pies, y me tomó de las manos.
—Ahora
mírame, por favor.
Con
desconfianza y convencida de que no serviría de nada, pero dispuesta
a demostrárselo, sujeté sus manos y fijé mis ojos en los suyos. En
seguida empecé a nota un calor asfixiante. La vista se me nubló y
empezó a dolerme intensamente la cabeza. Me invadió una oleada de
ira que me hizo querer gritar y golpeare. Pero la ira enseguida dio
paso a una total desolación. Rompí a llorar amargamente sin poder
hacer nada para evitarlo. Mi cabeza parecía a punto de estallar. Y
cuando creía que no podía sentir más dolor, me invadió una
placentera sensación de tranquilidad. El dolor de cabeza desapareció
junto con el calor y recuperé la visión. Durante un segundo, pensé
que Jasper no había podido evitar usar su don en mí, pero desheché
la idea rápidamente en cuanto le miré. Estaba tenso y parecía aún
más pálido de lo normal. Probablemente había experimentado los
rápidos cambios de humor al mismo tiempo que yo. Parecía estar
sufriendo. Solté a Cedric y me arrojé a sus brazos.
—Lo
siento -sollocé-. Siento haber desconfiado de vosotros.
—No
ha sido culpa tuya -susurró besándome en la frente.
—Sí
que lo es. Todo es culpa mía. ¿Cómo he podido dudar de vosotros?
¿Cómo he podido creerle?
—Todo
eso te lo ha provocado Chelsea -repitió Akamu una vez más-. En
realidad, tú nunca desconfiaste de nadie.
Caminé
hacia la cama y me senté. Estaba exhausta. Como si llevase horas y
horas corriendo sin parar. Miré a Cedric, quién continuaba
mirándome fijamente. Y entonces me asaltó una duda.
—Marco,
¿cómo has hecho para que Aro no descubra a Cedric?
A
pesar de su sonrisa, una sombra de tristeza oscureció su rostro.
—Mis
recuerdos le atormentan de tal manera que decidió que era mejor no
mantener mucho contacto con ellos. Así que apenas se acerca a mí y,
cuando lo hace, se limita a ver únicamente aquello que le interesa
en ese momento. Mi esposa Dydime era su hermana.
—¿Nunca
tuviste algún indicio de quién...?- me mordí el labio inferior,
arrepentida por haber hurgado en un recuerdo que debía de ser tan
doloroso para él.
—Desistí
en la búsqueda del asesino tras muchos años de infructuosas
investigaciones. Aunque, por supuesto, siempre tuve mis sospechas...
Ella jamás abandonaba este lugar, por lo que debió hacerlo alguien
cercano, pero nunca encontré ninguna prueba, por lo que decidí que
lo mejor era rendirme y... asumir su pérdida.
Todos
los presentes guardamos silencio mientras él se perdía entre sus
recuerdos. No podía siquiera imaginarme lo que debía sentirse al
perder a la persona más importante de tu vida. Incluso ahora, a
pesar de que todo había terminado entre nosotros, no podría
soportar que algo le ocurriese a... a Jacob.
Jasper
se removió incómodo, molesto por la repentina atmósfera de
tristeza. Marco le sonrió y me miró.
—Y
ahora llega lo complicado de todo este asunto. Aro va a querer que
sigas yendo a verle. Cuanto más tiempo pases expuesta al don de
Chelsea más fuerte se vuelve su efecto, y para él sería muy
importante contar contigo como aliada cuando llegue el momento de...
-carraspeó y desvió levemente la mirada-. de enfrentarse a vuestra
familia.
A
pesar de que ese dato era algo obvio, sentí como si me hubiesen
pateado fuertemente el estómago. No tenía la menor idea de cómo
podía terminar esta historia. Y el presentimiento de que algo grave
iba a ocurrir cayó sobre mí como un grueso y asfixiante manto.
—Pero
en cuanto Aro la toque, descubrirá que ella... que nosotros...
—Tranquilo,
Jasper -terció Marco-. Ya se nos ocurrirá algo para que Aro no
pueda...
—Yo
sé cómo hacer que Aro no quiera tocarme -una idea se
encendió en mi cabeza como una bombilla. Todos me observaban
expectantes-. Veréis, ayer, mientras Aro hablaba conmigo, no sé muy
bien por qué, se me vino a la cabeza uno de los chicos que... Bueno,
uno de los chicos que ví cuando Cayo me llevó a la habitación
donde vosotros os... alimentáis... El caso es que al verlo, Aro se
apartó rápidamente de mí, lo cual me llevó a pensar que no es
capaz de tolerar ese tipo de recuerdos. No es del todo seguro, pero
me temo que no se nos va a ocurrir nada mejor.
—Es
muy probable que tengas razón -convino Marco-. Es mejor eso a nada.
De hecho, tienes bastante razón. Aro nunca ha llevado muy bien eso
de visualizar a sus víctimas. Así que puede que tu idea sea buena.
—No
lo sabremos hasta que no lo intente- suspiré y dejé caer la cabeza
hasta tener la barbilla pegada al pecho. La idea de ver como mi
familia debía enfrentarse a los Vulturis no dejaba de dar vueltas en
mi cabeza.
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