El
prado parecía más repleto de gente de lo que jamás lo había
estado. Una enorme multitud de vampiros se preparaban para la que
parecía ser la lucha final. Les rodeaba una manada de lobos
gigantescos dispuesto a entrar en la contienda a la mínima
oportunidad.
Mi
mano se aferraba fuertemente al pelaje rojizo del lomo de uno de
ellos. Ese gesto me daba seguridad y confianza.
Tenía
la certeza de que muchos de los allí presentes no saldrían con
vida. Probablemente mis padres y tíos pereciesen. Incluso él
o yo misma. Pero no iba a estarme parada. Iba a luchar hasta que mi
corazón latiese por última vez.
Les
veía intercambiar palabras, pero éstas no llegaban a mis oídos. La
tensión agarrotaba mi cuerpo. Estaba más que preparada para entrar
en acción.
Y
en cuanto ví cómo uno de ellos se lanzaba hacia nosotros, no tardé
ni medio segundo en responder y lanzarme con fiereza hacia él.
La
batalla había comenzado.
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